El molino de marea de La Villa, junto con
el de Jado (único recuperado y restaurado) y el molino Viejo, constituyen junto
con sus diques y presas
un Bien de Interés Local con la categoría
de monumentos de
Cantabria.
Este molino data del siglo XVII y fue
construido por el concejo de la villa de Argoños y explotado en régimen de
arrendamiento.
Desde el molino de Jado, centro de
interpretación y Oficina de Turismo de Argoños en verano,
observamos un pequeño promontorio de encinas con una senda empedrada que rodea el mismo y
nos lleva al otro lado mientras
contemplamos la Ría de Argoños. Desde aquí parte un muro de piedra que conduce
a las ruinas del citado molino. Resulta difícil (no imposible) acceder al mismo
en periodos de bajamar por presentar dos
derrumbes y estar las piedras cada vez más redondeadas y resbaladizas debido a
la influencia de las mareas.
Al llegar al recinto que ocupaba la
edificación estamos ante los restos de un
edificio de 26 metros por 8 de anchura y de una sola altura. Se conserva parte de
la estructura inferior de algunos muros muy deteriorados y de un arco Cuesta
imaginarse la tecnología hidraúlica de que estaban dotados ( aunque es posible
visitar el molino de Jado donde podemos observar la maquinaria primitiva ).
Cuesta asimismo valorar la importancia
que para la molienda del maíz tuvo cuando
contaba con 9 ruedas de las que se puede observar aun los ojos de
captación del agua al pie del muro largo y que la enviaba a los saetinos para mover
toda la maquinaria necesaria para moler.
Pasada la edificación podemos continuar
con mucha precaución el recorrido
del
muro de su presa con firme irregular y que originalmente tenía 500 metros de longitud sin ningún derrumbe.
Actualmente solo
podemos andar por una parte al faltar por completo un tramo y que es actualmente un canal
intermareal. Pasado el mismo el muro
continua.
Una rehabilitación del muro
y del edificio como observatorio del entorno protegido de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel posibilitaría el recorrido completo por una zona
de gran valor ecológico, con presencia de avifauna y flora intermareal incomparable que
desembocaría
en unas praderías que nos
devuelven por caminos de uso agropecuario al barrio de Ancillo, de tradición marinera,. Podemos regresar de vuelta a la zona de molinos pasando por el
monumento a las gentes del mar, baajando y sentándonos unos minutos en el reciente mirador de
madera con vistas privilegiadas del entorno.